lunes, 14 de diciembre de 2009

Sucedio en Madrid. 2º parte





Media hora antes Marcelino Gonzalez Cava barria tranquilamente la calle Montera.Como cada mañana, y asi desde hacia mas de veinte años, movia su enorme cepillo con brio por aquel pavimento lleno de trozos de propaganda,chicles rebeldes y manchas de aceite.Bajo el mostacho que lucia con orgullo ,un exiguo cigarrillo se consumia escondido tras unos agrietados labios.Otros compañeros de la antiquisima cofradia de barrenderos de Madrid preferian charlar juntos tomando un cafe a aquella hora.Sin embargo el , que era un reconocido misantropo , se sentia más agusto solo.Bueno, solo no, tenia por compañia un pequeño transistor atrapado en celofan al carro que arrastraba calle arriba y que dejaba escapar los gritos enlatados de aquel locutor de radio iracundo que sermoneaba como un cura todas las mañanas a los pobres españolitos aun legañosos.En aquel momento las primeras luces del dia coronaron de naranja el gigantesco edificio de telefonica y fueron descendiendo por su fachada.Y asi habia sido siempre, desde hacia mas de veinte años.... hasta aquella mañana.Inesperadamente un grito desgarrador se arrojo desde alguna ventana abierta e ignota.A Marcelino se le helo el alma y a punto estuvo el corazon de salirsele por la boca.Inmediatamente despues por otras ventanas, y muy por encima de su cabeza, otros alaridos se elevaron al cielo como una bandada de cuervos negros.La calle se lleno de oscuros lamentos.El viejo barrendero se tapo los oidos intentando contener aquel dolor que se le colaba hasta el tuetano.El portal de enfrente se abrio, aparecio un anciano en pijama y descalzo, su cara estaba desencajada.La mirada ,que era la de un loco, buscaba con frenesi una salida a la pesadilla que estaba viviendo.Entonces se poso en Marcelino.Este se agarro el corazon instintivamente,como si no pudiera mas.Detras del loco aparecieron dos jovenes, que tambien vestian un pijama, pero que les quedaba ridiculamente pequeño.Era como si un adolescente de 16 años llevase la ropa de un crio de cinco.Lloraban presos del panico.
Mas y mas personas fueron saliendo de otros portales con los mismos sintomas.Algunos directamente escaparon calle abajo gritando desconsolados.
Los ancianos pedian ayuda.Algunos vestian trajes como si fueran a trabajar,pero las americanas les quedaban grandes.Y los cuellos secos y arrugados asomaban holgadamente por encima de los cuellos de la camisa.Las cabezas cadavericas miraban a Marcelino suplicandole ayuda, mientras aquella miserable multitud iba cerrandose frenetica entorno al barrendero.
Pero todo esto paso mucho antes de que aquella pobre gente se desvaneciera de golpe ,como por arte de magia y a plena luz del dia en la Plaza del Sol.Y apenas una hora despues de aquello, aquel extraño individuo hizo su aparicion en la Gran Via y se metio en aquel bar, y sus ojos sentian la fascinacion y a la vez el terror que experimenta un niño que se ha perdido.El camarero, un fan declarado de Juanes,un exiliado por la fuerza del hambre que cada noche soñaba con las selvas ecuatorianas que le vieron crecer, volvio a preguntarle a aquel extraño con mayusculas qué deseaba, y este seguia mirandole como si le hablara un indigena de su tierra en algun idioma extraño.Entonces una mujer llamada Manoli, que estaba sentada muy cerca, y que trabajaba en un centro de la tercera edad, se levanto acercandose hasta el Aparecido y cogiendole de su mano.Le miro con seria preocupación y le dijo:

-¿Se encuentra usted bien?

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