lunes, 13 de julio de 2009

Capítulo Cuarto : El polizón

Dos días habían pasado desde que abandonamos el puerto.La mañana amaneció gris y la mar andaba algo picada.El capitán paseaba solitario por cubierta envuelto en oscuros pensamientos.Los demás andábamos en nuestros quehaceres matinales, yo en concreto estaba cosiendo las redes con el frío mordiéndome el tuétano de los huesos.Con mano temblorosa reparaba los agujeros mientras miraba intranquilo un frente tormentoso,que negro como la noche , iba formándose en el horizonte.
Los gemelos Morris, como siempre, se encontraban cuchicheando sobre sus asuntos en popa.Les odiaba.Y ellos me odiaban a mi.A veces me pregunto que extraña química se desata entre las personas que en ocasiones hace que se enamoren con locura y otras que se aborrezcan hasta el extremo.Los gemelos y yo eramos enemigos declarados.Pero para mi desgracia ellos eran dos y yo sólo uno, aunque muy bocazas eso si. En más de una ocasión el capitán, un hombre severo pero justo, me salvó in extremis de una paliza asegurada.Cuando esto ocurría, y yo me sentía protegido por la autoridad del barco, mi lengua viperina se desataba con los insultos más sarcásticos e hirientes jamás se hayan oído en alta mar.
Hay que decir en mi descargo que los Morris eran pendencieros y provocadores.Siempre metidos en turbios asuntos cuando recalábamos en algún muelle.En más de una ocasión la mafia , o la misma policia del puerto , subió al barco preguntando por ellos. Entonces eran escurridizos como ratas.
El capitán sabia de todo esto, pero a él lo único que le preocupaba era que la gente respondiese cuando llegaba el momento de pescar en medio de las rugientes tormentas.
Cuando John Morris pasó por mi lado le dio una patada al cubo donde guardaba los anzuelos.Yo me levanté furioso pero el capitán me echo mirada tal que volví a mi sitio refunfuñando.
Por la tarde me encerré en el camarote para estar con mi pequeño amigo.No me preguntéis por qué pero le llamé Mogli.Sé que ese nombre lo había leído en algún libro , pero era incapaz de recordar en cual. Hice varios dibujos sobre el animal, aunque este no paraba un segundo quieto. Ya estaba muy familiarizado con mi presencia, hasta tal punto, que en ocasiones se arrullaba en mi regazo cariñoso.Sin embargo lo que más me inquietaba era su carácter cambiante.Con la misma rápidez que se camuflaba pasaba del buen humor al estado más agresivo.En esos casos, dejaba simplemente que se le pasara la rabieta lo más alejado de sus colmillos.Me recordaba a veces a un pequeño niño mimado.
Observé que era terriblemente curioso, le encantaban los manómetros , las brújulas y cualquier otro artefacto que rodará perdido por el camarote.Los manoseaba con tal intensidad que cualquiera diría que los estudiaba.Había entendido a la perfección que nadie debía verle, por lo que en cuanto oíamos pasos en el pasillo, corría hacia la trampilla. Aunque tenia intención de venderlo por una fortuna al zoo de San Diego, cada día lo apreciaba más.
Aquella tarde volvía a realizar un dibujo suyo mientras le observaba fascinado como iba camuflándose con el entorno.De pronto la puerta del camarote se abrió y apareció Joe el tuerto.
Miré alarmado al lugar donde estaba mi "mono", pero este había desaparecido.

-Creo que cada día estas peor - me dijo- juraría que estabas hablando sólo.
-¿sólo?- me señale sonriente- claro, je,je. Tanto tiempo en alta mar, ya sabes..

Mi compañero se arrascó el gorro de lana sin comprender.Al final añadió.

-Nos llama el "capi" a cubierta. Nos quiere a todos arriba. Date prisa amiguito.

Al rato estábamos todos en proa, la tripulación al completo: los gemelos,el cocinero,joe, el capitán y yo.Los focos del pesquero estaban encendidos iluminando el suelo de madera, alrededor los vientos soplaban en medio de la noche.

-Me han llegado noticias de que están desapareciendo "cosas" en mi barco- dijo el capitán levantando la voz. - ..llevamos cinco años juntos y nunca había pasado algo semejante.Si hay algo que no tolero en mi barco es a los ladrones.

Hubo un silencio.Todos nos miramos con un punto de vergüenza y a la vez de sospecha.

-No sé quién ha sido, o quienes - y miró a los gemelos. Estos devolvieron el gesto con ojos arrogantes.Parecía que con ellos no iba el tema.

- Hemos pasado muchas dificultades-continuo- y siempre hemos salido del paso juntos.Por ello, y porque nunca me habéis fallado en el pasado, voy a daros una oportunidad. De mi camarote ha desaparecido una sortija, el cocinero me asegura que echa en falta un cuchillo y un cofrecillo con monedas que coleccionaba.A parte de algo de comida.Como he dicho antes, no toleraré ladrones en mi barco.El que sea que haya hecho esto que esta noche suba aquí y deje los objetos en este baúl.Nadie dirá nada y no habrá más preguntas.¿Entendido?

Hubo un asentimiento general.Las olas chocando contra el casco solaparon el incómodo silencio.
-Muy bien, si nadie tiene nada más que decir, todo el mundo a sus camarotes.
Nos retiramos todos pensativos. Cuando iba a bajar las escaleras hacia la habitación un poderoso brazo me arrastró a un rincón oscuro con violencia. John Morris, levantándome por el cuello,aplastándome contra la pared del puente de mando, me susurró:

-Sé que has sido tú sabandija, me importa una mierda lo que le robes a estos mariquitas.Pero como te vea meter tu sucia nariz en mi camarote te juro que voy a abrirte en dos con ese cuchillo que has robado.Te ha quedado claro?
Asentí casi sin respiración mientras sentía su afixiante aliento en mi cara.Cuando me soltó con una risita, caí al suelo sin fuerzas.
Durante la noche tuve sueños terribles.Soñé que me levantaba y comenzaba a afeitarme en el espejo con cara adormilada. Derrepente me hacia un pequeño corte en la mejilla.Entonces vi como mi otro yo, que se reflejaba en el espejo, se había quedado paralizado con una mueca de terror dibujada en el rostro. De pronto , dos ojillos negros surgieron de la nada, justo en frente de mi.Ni siquiera me había dado cuenta de existía algo, físico , interponiéndose entre el espejo y yo. Con la velocidad del rayo mi pequeño amigo se hizo visible a escasos centímetros de mi.Tenia la mirada enloquecida. y llevaba un cuchillo en la mano, dispuesto a ensartarme. Entonces grité.Grité con todas mis fuerzas y me desperté bruscamente.Sin embargo cuando pensé que me había quedado afónico comprendí, en la oscuridad, que no era mi grito lo que había oído, si no un grito proviniente de los pasillos de fuera.

-¿Qué demonios ocurre?- se revolvió Joe en su camastro alarmado- ¿Quién grita?
-No..no lo sé - respondí sudoroso.-viene de fuera.

La tripulación se levantó al completo. Todos salvo uno. Oímos los gritos de Clive Morris en la puerta del camarote de su hermano.

- Lo han matado!! -sollozaba.

*******************

La escena no podía ser más dantesca.El cuerpo de John Morris yacía sentado en la cama, contra la pared, completamente empapado de sangre.Había tanta que un enorme charco rojo se iba expandiendo lentamente por la habitación. El cuchillo de cocina estaba cruelmente clavado en su pecho.Tenia la cabeza echada hacia atrás y la boca abierta en un rictus macabro que reflejaba el último segundo del horror por el que había pasado.Los ojos envueltos por el velo de la sangre miraban fijos un punto perdido en la pared.
Muchos no pudimos seguir mirando y ahogamos nuestras nauseas en un rincón. El capitán cerró la puerta del camarote.

Minutos después un regusto amargo como la hiel fue deslizándose entre la tripulación.Todos , salvo Clive aparte en un rincón, especulaban , reunidos en la cocina , sobre las circunstancias del asesinato.El capitán callaba. Yo no podia contener el horror que sentia por dentro.

-Era mi cuchillo... pero yo no fui, como dije antes alguien lo había robado de aquí - murmuro el cocinero con animo sombrío.

Clive, perdido en la penumbra, no dejaba de observarme vehemente , lo que aumentaba mis nervios.
Finalmente sentí que todas las miradas confluian en mí. Era algo sabido que en más de una ocasión había amenazado de muerte a John, igual que una pulga puede amenazar a un elefante.No podían creer en serio que yo podría haber hecho algo así !

- Yo no creo que haya sido el muchacho- señaló Joe, el más viejo del barco.- Le conozco bien, se le va la fuerza por la boca.Además hay un detalle, la puerta del camarote de John estaba cerrada por dentro, sólo Clive tenía llave.Sea lo que fuere lo que asesinó al pequeño de los Morris, no entró por la puerta.

- Yo también me resisto a creer que haya un asesino entre nosotros- apostilló el capitán saliendo finalmente de su letargo.- Hay algún que otro bala perdida en este barco, pero no asesinos.O eso creía hasta ahora.. En cualquier caso, podríamos tener un polizón abordo.Alguien pudo haber subido abordo en Hong Kong.

-¿Y dónde se esconde? - preguntó el cocinero.

De repente Clive abandonó corriendo la cocina, como si súbitamente hubiera recordado algo.
Todos nos miramos interrogantes.

Tras la sorpresa, el capitán dió por terminada la reunión.

-Que nadie entre en el camarote de John. Quedará completamente cerrado.En unas horas entraremos en aguas norteamericanas. Intentaré comunicar con alguna patrullera que este por la zona.Pero antes ,peinaremos este barco hasta el último rincón y buscaremos a ese polizón.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.La gente se retiró. Joe me llevó a un lado y me dijo entre susurros:
- Yo no creo que haya subido un polizón.- me dijo agarrándome por el brazo- Te aseguro que lo que se nos ha colado aquí no es humano.Tal vez Satán se haya puesto sus ojos en nuestro pequeño barco..

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