martes, 7 de julio de 2009

La travesía ( capítulo tercero)

No sé.No lo recuerdo bien.Sería incapaz de decirte cuánto tiempo estuve en la más absoluta oscuridad.Eso si, cada segundo duró una eternidad.Aferraba mis rodillas con histérica fuerza agachado bajo el escritorio .No veia nada, pero mis ojos no se detenian un instante hurgando en la negrura.Imaginaba monstruos terribles agazapados en las sombras esperándome.
La realidad es que el lamento inhumano que había escuchado fue breve,aunque yo seguía reproduciéndolo en mi cabeza como un grito interminable .Y por ello no paraba de temblar aterrado.
Tras un largo rato de silencio, cuando con mucho esfuerzo reuní un ápice de coraje, me arrastré fuera de la mesa y encontré el candil a tientas.Lo volví a encender.
El almacén se volvió a iluminar pero esta vez reparé en algo que no había visto antes.Detrás de unas toscas cajas de madera asomaba una jaula.Estaba semioculta por una manta raída.Detrás se adivinaban unos barrotes.No era muy grande.
Con una mezcla de angustia y curiosidad me acerqué a ella.Juraría que había visto algo moverse allí dentro.Me lo pensé mucho.Tanto que la luz de la lámpara de aceite empezó a temblar.Entonces reaccioné y con rápidez retiré el trapo.Y no habia nada.La jaula estaba vacia.

- Soy un cobarde! a mi edad con fantasmas..jaja- reí en alto.

Entonces algo pareció moverse entre los barrotes. Y callé ipso-facto.Arrimé la luz del candil al interior, tembloroso, y seguia sin ver nada.Pero me fijé con más detenimiento y derrepente un par de ojillos negros aparecieron de la nada.

-Que demonios?? -blasfemé incredulo.

Poco a poco una figura fue materializándose dentro de la jaula.Pequeña y gracil.Primero apareció una larga cola peluda, luego unas manitas y finalmente todo el cuerpo.Me quedé con la boca abierta.Nunca había visto una criatura como aquella.Me recordaba a un mono muy pequeño, de unos 40 centimetros de altura,con orejas menudas y una gran boca llena de afilados colmillos.Tenia el pelaje muy corto y la luz del candil era reflejada por su piel con todos los tonos del arcoiris.Era el ser más extraño y a la vez hermoso que había visto en mi vida.
El animalillo ,con mirada angustiada ,agarró los barrotes con sus pequeñas manos y empezó a sollozar con aquella vocecita casi humana.

-Por San Jorge -yo no salía de mi asombro- eras tú!..

Entendí que el viejo Capitan Holandes se refería a aquella criatura cuando me aseguró durante la partida que estaba apostando lo más valioso que tenía.Aquello era lo que realmente guardaba la llave.

****************

Al quinto día el terrible temporal pasó y el barco puso rumbo a casa bajo un hermoso cielo azul.Todos se alegraron por ello salvo yo. Con la partida, mis compañeros dejaban sus viejas rencillas en tierra y volvían a comportarse como solitarios lobos de mar, cada uno a lo suyo.Sin embargo , para mi, la vida abandonaba el excitante contacto con el caos del puerto y retornaba a la monotonia del día a día en el pesquero.Aunque algo había cambiado esta vez..

Cuando desperté en mi camarote somnoliento , intenté hacerme a la idea de la vuelta a la rutina...hasta que recordé la noche anterior.
Comprobé de reojo que mi compañero de habitación, el tuerto, seguía durmiendo.De un salto escapé de la litera y abrí con cuidado una trampilla del suelo .Era un viejo compartimento donde antiguamente se guardaban los bidones de combustible.Ahora lo usaba para mis libros y otros objetos que conseguía durante mis estancias en tierra.Era bastante grande. Y al fondo del todo había escondido la jaula.Bajé por unas escalerillas y caminé arrodillado.retiré con cuidado la manta que tapaba la pequeña prisión.Dentro el animalillo yacia dormido con la respiración algo inquieta.

-De momento tendrás que quedarte aqui amiguito-le susurré.

Volví sobre mis pasos y cerré la trampilla con cuidado.Joe seguia roncando profundamente.Me dirigí a la cocina del barco para intentar conseguir algo de comer para mi mascota."Será vegetariano?".No sé por qué pero al final robé unos plátanos.

El día transcurrió tranquilo.Atrás habian quedado los duros madrugones en cubierta, sacando las redes en medio de una lluvia feroz en aquel caladero del pacifico que ahora parecia tan lejano.Con la bodega llena de peces espada y atunes rojos, la misión estaba cumplida.
La única preocupación del capitán y los marineros , durante los largos dias que duraba la vuelta a casa , era la de descansar y hacer lo mínimo que exigía el barco.Por eso durante la tarde , todos los tripulantes subian a cubierta a beber cerveza y contar sus historias (siempre las mismas).Para mí, en cambio, era el momento ideal para quedarme encerrado tranquilo, leyendo en mi camarote.
Pero aquella tarde tenía algo más importante que hacer allí dentro: saqué por primera vez a mi pequeño amigo de su jaula.
Puse la caja en un extremo de la habitación y abríel cierre con cuidado. Por respuesta escuché en el interior como el bufido de un gato rabioso, luego silencio.
No sé por qué pensé que aquel animal era inofensivo, tal vez por su tamaño.Como si fuera un experimentado domador de circo, introduje un lápiz en la jaula a la vez que le animaba a salir con palabras dulces y tranquilizadoras.Mi idea era darle unos golpecitos para que espabilara.Lo que no me esperé fue la reacción.Con un chillido salvaje sacó la cabecita y como un rayo me mordió en la mano.Pegué tal grito que creí que aparecería toda la tripulación al instante entrando por la puerta de mi habitación.Pero nadie vino.El pequeño mono huyó asustado hacia el extremo opuesto donde estaba yo.Observé alarmado mi mano que sangraba abundante por dos pequeños orificios.
Mi reacción inmediata, lleno de coléra, fue tirarle algo. Pero súbitamente había desaparecido!.Parpadeé incrédulo, con cara de tonto.Miré con detenimiento la pared donde estaba hacía un momento. Al poco rato, un poco a la izquierda los colores temblaron y alli volvió a aparecer poco a poco el hábil escapista.

-Es como un camaleón..- dije para mi mismo con los ojos abiertos como platos.

Le observé caminar despacio, siguiendo estrechamente la línea de la pared y ví como se iba mimetizando con todos los objetos que iban cruzándose por su camino: una silla, el extintor,un baul...Cambiaba con tal rapidez que se volvía prácticamente invisible a los ojos humanos.Finalmente se hizo visible en el rincón.
En aquel momento saqué despacio de un cajon los plátanos que había cogido por la mañana.
"Debe tener hambre.No ha comido nada hace horas". -pensé

Pelé el plátano y con cuidado lo dejé en el suelo , a mitad de distancia entre él y yo. Pasó un largo rato hasta que el animalillo se decidió.En su mirada asustadiza había un inquietante destello de inteligencia.Parecia que estaba sopesando si yo era de fiar.
Finalmente el hambre le pudo y se acercó hasta la fruta.La comió con avidez y levantó su cabecita hacia mí mirándome desconfiado.Cogí otro plátano y esta vez lo puse más cerca de mí.
El proceso se repitió con éxito y devoró la comida.La tercera vez, fui todavía un paso más allá, le ofrecí directamente el plátano desde mi mano.Y en aquella ocasión se lo pensó más tiempo.
Miró alternativamente el objeto de su deseo y a mí, su dueño , sin saber que hacer.Pareció gemir disgustado.Derrepente se mimetizó y desapareció de mi vista.Esta vez seguí su sombra que se desplazó con rapidez hacía donde yo estaba. Cuando me quise dar cuenta , ya había trepado por mi brazo y apareció repentinamente arrebatandome el platano con fiereza.Volvió como una centella a su jaula.
Yo me quedé blanco del susto.

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