viernes, 11 de septiembre de 2009

Memorias...



Hoy es viernes por la tarde y una vez más no tengo otros planes a parte de planchar y ver como se aproxima un lluvioso finde semana, o eso dice el hombre del tiempo.Con este apasionante panorama creo que es un momento propicio para otra historia de este humilde bloggero.

He contado esta anécdota muchas veces , pero estoy seguro que habrá algún seguidor de este blog que nunca la haya oido antes.Aquí la dejo para la posteridad , y espero que al menos despierte una sonrisa , sobretodo en aquellos que no esten pasando por un buen momento.


La historia comienza en el lejano año 1999.O mi memoria me engaña o justo en aquella época entraba el euro en nuestras vidas.Recuerdo la primera vez que ví aquellos asquerosillos y diminutos céntimos abandonando la mano de la cajera del supermercado y entrando en mi cartera.Yo Habia dado a cambio una hermosa y dorada moneda de cien pesetas y me habian devuelto a aquella insignificancia...Aun asi sentí cierta emoción por mis primeros eurillos, a fin de cuentas era un momento histórico.

Fue precisamente en aquel año cuando por primera vez conseguí un trabajo.Para mí fue toda una hazaña .Fuí rechazado en varios sitios, entre ellos el Rodilla donde el dueño de la franquicia dijo que no me contrataba porque en la foto del currículum parecia un terrorista.(¿sería por el bigote que tenía en aquella epoca?).

En cambio un almacén de bricolaje con seis tiendas por todo Madrid tuvo a bien contratarme aquel verano.Y agradecido estoy hasta el día de hoy, a pesar de que en mas de una ocasión, mi vida o la vida de otros , corrió peligro.

Mi fichaje por el mercado del bricolaje consistía en una esmirriada nómina y en unos horarios más dignos de una tirania china que de otra cosa.Aún asi, inocente de mi, me presente el primer día con una grandísima ilusión: quería por encima de todo hacerlo bien.

-Vengo por el puesto - dije al que creia el encargado, pero era el carpintero.

-Esta en ese pasillo al fondo- me respondió como si creyera que era el hijo pequeño del jefe de tienda.

El encargado, que por cierto al final resultó un tipo muy majo,me observó como si David el Gnomo se presentara al puesto.

-A si que eres tú - me dijo.Y acto seguido estuvo hablando sin parar durante media hora intentando que me aprendiese todo el género que había en la tienda (unos cinco millones de artículos repartidos en 36 estantes).Evidentemente no me enteré ni del nodo.Justo cuando estaba al borde de la extenuación mental bramó en el exterior el sonido de un camión.

-Ha venido el transporte, vete con el carpintero a descargar- ordenó con voz impasible.

Cuando vi fuera aquello que llamaban furgoneta, y que yo calificaría como trailer, me temblaron las piernas.Sobretodo cuando observé en el interior unos tableros gigantes que por supuesto habia que meter en la carpintería.No recuerdo un suplicio mayor en mi vida.Cuando terminé estaba meditando seriamente abandonar el curro.Dije distraidamente al carpintero:

-Menos mal que es una vez a la semana..
-No..-dijo con una sonrisa sardónica- también viene los jueves..

Aquello no fue todo.Después de acabar deslomado y con las manos llenas de rajas, apareció el encargado y con una sonrisa habló:

-Ven conmigo, tienes que hacer una cosa.

Entonces me pidió hacer algo que me pareció en extremo peligroso.Miré a mi
alrededor pero al resto de los empleados les parecia de lo más normal.

-Quiero que cojas estas espátulas y con este taladro les hagas el agujero más grande

Lo que no me dijo es que cuando metias el taladro,la espátula se atascaba y empezaba a girar como un ventilador letalmente afilado.Lo intenté una vez y casi pierdo una mano.Me vió el carpintero y con cierto desdén proclamó:

-Esto no es tan dificil hombre! dejame a mi.
Y se hizo una raja terrible en el brazo.

Y asi llegó el mediodia.Recuerdo que al entrar a trabajar habia un sol estupendo y el aire olia a verano.Cuando salí a comer unos amenazadores nubarrones cubrieron el cielo azul y empezó a soplar un viento frio.Mis padres estaban de vacaciones por lo que aquel dia comí sólo con mi abuela.Fuera empezó a llover y yo estaba deprimido.Seriamente quería abandonar pero sabía que me sería imposible encontrar otro trabajo y queria aquel dinero para mi carnet de conducir.Mis objetivos en la vida no eran muy distintos a los de cualquier joven de mi edad.La verdad es que habia sido tan duro y me habia sentido tan inutil , que casi no queria volver.Mi abuela entonces me dijo:

-Tener un trabajo es muy importante- y habia cierto atisbo de orgullo en su voz.

Volví y la tarde no fue tan mala.Y volví al dia siguiente..

La verdad que me estoy desviando de lo que iba a contar.Pero es inevitable no dejarse llevar por los recuerdos..

Pasaron los dias y fuí adaptándome al ritmo de la tienda.La mayoria del tiempo reponia productos en las estanterias y en otros muchos casos la gente se me acercaba y me preguntaba sobre lo más variopinto.

La realidad es que ni sabía dónde estaban las cosas , ni era un experto de nada.Aún así , la gente creia con fe ciega que eras el de bricomania y que tenias un master en tipos de pintura para la pared.
Una tarde entró un matrimonio a la tienda.A veces uno no entiende como hace la química del amor para juntar personas tan distintas: ella era pequeña y delicada, él parecia el primo de Terminator, dos metros de altura y cuadrado como los armarios que vendiamos.
Caminaban despistados por la tienda mirando por aqui y por allá. Tal vez pensando en decorar el pisito que acababan de comprar. Yo andaba a mi aire como siempre, limpiando con un plumero uno de los productos estrella: los zapateros.

Son sin duda el invento del siglo.La gente visualiza los zapatos que tiene desperdigados por casa colocaditos en en esos pequeños muebles, y de pronto su vida esta más ordenada.Supongo que por eso hacian furor y se vendian tanto.El caso es que estaba yo por alli, con el plumero cuando la mujer pequeñita se puso de puntillas y toco en mi hombro.Mire abajo y alli la vi sonriente.Miré hacia arriba y vi a su marido con una sonrisa enmarcada por una mandíbula poderosa.

-¿Podrias hablarnos un poco sobre los zapateros? -preguntó ella con voz aflautada.
-Cuéntanos que tienes..- dijo el como si tuviese un retumbante altavoz en la boca.
-claro...claro!

Me puse terriblemente nervioso.Era más que evidente que no tenia ni idea de zapateros.Empece a buscar como loco la hoja donde venian los precios y las medidas.

-Este me gusta - apuntó ella al más grande...¿por qué seria?

Encontré la dichosa hoja y comencé a hablar atropelladamente como si me hubieran dado cuerda.

-Tienenzapaterosdecincuentadefondoporsetentadeanchoenroblepinooregon..

El gigante me miró ojiplático.La pequeña mujer ignoró mi retahila y siguió señalando el más grande que había.Al final su marido ,que parecia dos, me dió unos golpecitos en el hombro que por poco me tiraron al suelo.

-Ha dicho que le gusta este- sentenció gravemente.

-sisi!-asentí diligente, cogi respiración y empece a explicar aquel- zapaterodenovenadeachoporcuarentaycincodefondo..

A la vez que realizaba mi acelerada presentación cual azafato del "un,dos,tres" iba abriendo los zapateros y los mostraba por dentro.Si nunca habeis visto uno, cosa que dudo, estos suelen tener una puerta que se abré tirando hacia ti y dentro tienen dos barras para colocar los susodichos.
La mujer finalmente abandono su obsesión por el más grande y señalo otro de tamaño medio.Yo sin parar de hablar lo abri enseñando el interior e hice un cálculo estimativo de cuantos zapatos podrían caber.Cálculo muy lejos de la realidad y que provocó el comentario del marido, que debia ser matemático o un entusiasta de cifras y letras.
Y a la vez que puntualizó mi comentario sobre el espacio , señalo el zapatero con tan mala fortuna que puso el dedo justo en la ranura de la puerta.Yo que sólo hablaba sin parar y no escuchaba a nadie no me percate del detalle.

-Yo creo que no caben..-empezó a decir el marido.

Entonces distraidamente... cerré la puerta de golpe !pillándole de lleno el dedo!.

Lo que pasó a continuación fue todo un espectáculo.Primero le miré sorprendido sin entender porque aquel gigante proferia un alarido de dolor tan grande que todo el mundo en la tienda se giro hacia nosotros.El tiempo me parecio que pasaba lentamente.Su mujer me miraba con los ojos como platos y abria y cerraba la boca señalando el zapatero,queria decirme algo sin duda.
De pronto miré la puerta del zapatero y el dedo atrapado...!y comprendi!.Abrí rápidamente y la víctima liberó el apéndice , que para entonces tenia ya el tamaño de una morcilla.Me quede blanco. El hombre se puso primero muy colorado muy colorado ,como un tomate, y despues todo lo contrario, blanco como la pared.Entonces empezó a tambalearse..Reaccione como un gato, cogí una silla de oficina del muestrario y evité que cayera estrepitosamente al suelo.Ya sentado le abaniqué con la lista de precios.El gigante respiraba con dificultad.

-Que alguien llame a un médico -gritó una voz.

Yo ya me daba por despedido.Mi encargado tenia la cara desencajada. En ese momento apareció el guardia de seguridad con un vaso de agua.Yo abanicaba sin saber qué más hacer.Toda la tienda nos rodeaba.De pronto me fijé en la pequeña mujer que estaba a mi lado ! y que estaba partiéndose literalmente de risa!.Tenia enormes lágrimas corriendo por sus mejillas y no podia parar de reir.

-Un tio tan grande y se desmaya porque le han pillao un poco el dedo- dijo uno.

Yo sólo queria que me tragase la tierra..

1 comentario:

  1. Desde luego una primera experiencia laboral memorable como pocas. ¿El gigante conservó su dedo? ;)

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